miércoles, 26 de marzo de 2008

Jueves 3 am

La guitarra, sobre la cama.
Un transporte en el tercer traste hace que, cuando mis dedos digan Si, la cuerdas nieguen Re.

Un Catulo atravesado por un lápiz pelado.
Ariadna se desangra entre mis sábanas, en la almohada no hay Teseo a quien putear.

A un lado, colchón acostado contra un muro: sin sostener evita que el mundo se venga abajo.
Reciste ladrillos, una cartuchera abierta sobre libros apilados, un perro que sonríe, dos controles remotos, un despertador, el celular de Virgilio y el tablado de Macbeth.

Un señor extraño, de mirada oscura, me intimida con su voz.
Ya llegué, me dice, que alguien prenda la luz.