domingo, 25 de mayo de 2008

Hoy: Pedrito el erudito

Petit Pière apenas rayaba los cinco años aquel día de invierno. Se encaminaba hacia la plaza enroscado en una bufanda tres veces más larga que él, mirando cómo los perros, a pesar del frío, no hacían otra cosa que aparearse. Dueño de sí mismo, cantaba:
-Tátata tátata ta, tatatá tatátata tata.
Doña Chacha lo vio pasar y no pudo evitar detenerse.
-Eh, ¿qué hacé' vo' por acá, solo en medio d'ete desierto?
Pedrín, risueño, le contestó:
-Señora Chacha, paseo por el pueblo, salgo a despejarme del hastío cotidiano. Hoy, domingo, es el día en que renuevo mi energía para evitar morir mañana. Tátata tátata ta...
La chacha, confundida, procuró ignorar las palabras du Petit Pière. Ya casi continuaba su marcha cuando el pequeño agregó:
-Usted sabe... conoce la vida, ha vivido. Ha vivido mucho. Moi, je suis petit, je dois marcher. Tátata tátata ta, tatatá ta...
La Chacha empezó a sudar, sin importar el frío que casi quemaba. Perturbada esta vez, se dejó llevar:
-¡Qué decí', repollo mal criado! ¡¡¡No abrí' la boca, guarango, no se tentiende nada!!!
Pedrito, asombrado, preguntó:
-¿Cómo dice?
-¡Que no sabé' hablar, parecé un tartamudo, déle tatatatata...
-Tátata tátata ta, tatatá tatátata tata...
-¡¡Y le seguí' dando!!
-¡¡Mais Chacha!! ¡¡Faites-moi le plaisir, es el canto del hexámetro!! Tátata tátata ta...
-¡¡¡Cochino!!! ¡¡Te voy a dar!!
Y así se interrumpió el paseo de Petit Pière. Huyó como pudo, desgastando la suela de su zapato izquierdo a medida que se alejaba de Doña Chacha. Si no hubiese sido por el patín que acostumbraba calzarse en el otro pie, quién sabe en qué terminaba todo aquello. De todos modos, el paseo accidentado le impidió renovar sus energías, y, aunque no murió, creyó ver el cielo antes de tiempo. Se recuperó días después, pero ya no era el mismo...

jueves, 22 de mayo de 2008

La palabra bisexual

Y en el momento adecuado, lo aguijoneó:
-¿Qué dirías si te confieso que soy bisexual?
-¡¿Sos bisexual?!
-No, no. Te pregunto qué me dirías si te confieso esto: que soy bisexual.
-Veamos. En primer lugar, no te juzgaría.
-Mentira.
-Quiero decir, te respetaría.
-Acaso. Pero me juzgarías, y eso está bien, ¿por qué no hacerlo? Lo importante ahora es saber si entendés por qué te digo que soy bisexual.
-¡¿Sos bisexual?!
-Ahora pensás que te estoy observando, que me atraés.
-Tenés lo ojos azules, por eso te miro. Nada más.
-Verdes, pero desde lejos parecen azules.
-¿Qué tengo que entender?
-Esta conversación capaz no existía hace tres mil años.
-Nosotros tampoco.
-Tampoco, pero casi.
-Casi…
-¿Ahora qué pensás?
-¿Cómo?
-Ahora pensás en que tengo los ojos verdes, a pesar de todo.
-Hace tres mil años pensaba diferente.
-Y… el tiempo pasa.
-¿Y vos qué dirías?
-¿Cómo?
-Pongamos, si yo te confieso que soy bisexual.
-Nada. Que ya lo sabía.