lunes, 14 de diciembre de 2009

Ignorancia existencial

Hace ya casi 4 años que escribo la misma canción.
Capaz si cambio algún acorde las cosas cambien.
El problema es que no sé combinar los acordes,
y cada año termino escribiendo lo mismo
una y otra vez.
Capaz atrás de esas combinaciones
se esconde la vida.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Hoy

Hoy escribí una canción muy triste.
Tan triste que sentí verguenza de mí mismo,
y de ella.
Más tarde me di cuenta, al releerla
y escucharla en mi voz,
de que ante el oído ajeno
pasaría por una canción alegre,
colorida, optimista
e incluso bella.

martes, 1 de diciembre de 2009

Nico Dreik

La necesito. Elijo la música cuando la necesito.
Y entonces adoro rasguear cualquier acorde, sin molestarme ni mi semialfabetismo musical, ni mi poca técnica, ni mis frecuencias no siempre tan exactas.
Levantar la voz, gritar cuando la casa está vacía y nadie puede sufrir mi canto epiléptico, mi energía exhalada por la garganta, por la nariz.
Canto, rasgueo, me curo. Pero a veces voy a dar al otro lado.
Canto, rasgueo, me hastío.
Un estribillo más, ya sale, quizás valga la pena.
¿No podés decir nada más?
Nunca aprendí a hablar bien.
¿Cómo va a terminar la estrofa?
Nunca empezó.
Es la misma de siempre.
Siempre.
Ella no existe.
La estrofa.
Ella.
Lo mismo.
Dicen que no tenía nada más que decir.
Capaz por eso se fue para el otro lado.
Yo ya escuché ese comentario.
Dicen que dijo:
No tengo más que decir.

lunes, 5 de octubre de 2009

Tiempo

A veces me doy cuenta de que ciertas cosas me dan miedo.
A veces me doy cuenta de que ciertas cosas me entristecen.
A veces soy yo y no ciertas cosas.
A veces soy yo quien me doy miedo.
A veces soy yo quien me entristezco.

Time has told me

Time has told me
You're a rare rare find
A troubled cure
For a troubled mind.

And time has told me
Not to ask for more
For someday our ocean
Will find its shore.

So I`ll leave the ways that are making me be
What I really don't want to be
Leave the ways that are making me love
What I really don't want to love.

Time has told me
You came with the dawn
A soul with no footprint
A rose with no thorn.

Your tears they tell me
There's really no way
Of ending your troubles
With things you can say.

And time will tell you
To stay by my side
To keep on trying
'til there's no more to hide.

So leave the ways that are making you be
What you really don't want to be
Leave the ways that are making you love
What you really don't want to love.

Time has told me
You're a rare rare find
A troubled cure
For a troubled mind.

And time has told me
Not to ask for more
For some day our ocean
Will find its shore.



Nick Drake

lunes, 7 de septiembre de 2009

Intervalo

Él se quedó ciego. Ya no puede ver aquello que se encuentra fuera de su óptica. No puede y, acaso por decisión propia, ha decidido arrancarse una cara. Eso ha decidido y en eso está: intentando. Si el mero hecho de decidir implicara la feliz realización de lo que se desea, él sería feliz, el mundo sería otro y ninguno de nosotros estaría condenado a observar la rotundidad de nuestros fracasos. Pero la realidad es diferente: no basta con decidir algo, con sólo desearlo. Ojalá yo pudiera afrontar cualquier situación sabiendo que el riesgo no existe, que todo va a ser como yo ya lo decidí, que el pánico cotidiano carece de sentido.
Él entonces decide arrancarse una cara, con los ojos incluídos. Al momento de hacerlo sospecha que quizás sea demasiado débil para salir airoso de semejante tarea. Recordemos que uno no se quita la cara todos los días. Uno se quita una cara en un momento determinado, bajo la dudosa convicción de que es lo mejor que puede hacer, que es lo conveniente, lo indicado, la receta más apropiada.
Ya que en estos tiempos el hábito del sueño no resulta siempre un placer, ha pasado días enteros con sus noches intentando arrancarse esa cara. Empezó un día de lluvia quizás. Juntó sus manos en la nuca y comenzó a tirar del cuero cabelludo. Al principio algo inseguro, luego tomó confianza al ver que el cabello cedía y se desprendía con facilidad, incluso sin dolor, casi como sacarse una peluca. El problema llegó a la altura de los ojos. El desprendimiento de cara parecía haberse complicado en esa zona. Tiró con más fuerza. Sintió algo de dolor. Volvió a tirar más decidido. La sensación fue espantosa, indescriptible. Aterrado, se retractó y continuó el proceso de manera inversa, hasta volver a insertarse el más mínimo pelo por debajo de la nuca. Sin embargo, no todo es gratis en la vida. Cuando quiso volver a abrir los ojos, notó que aquel inútil forcejeo
con que había empezado a desprender su cara días antes había tenido consecuencias inesperadas. La visión se le había perturbado. No se reconocía. No reconocía ni sus manos, ni sus piernas, nada. Se acercó a un espejo y en lugar de su reflejo obtuvo un placard. Desde luego no se trataba de un espejo, pero él no lo supo, ya no sabía ver.

Los primeros meses fueron caóticos, hasta que por fin se acostumbró. Creía ver platos de fideos donde no había más que papel higiénico, orinaba dentro de la heladera, se bañaba con ayuda de ron y dormitaba sobre las ornallas, a fuego lento.
En cuanto fue más o menos consciente de que sus sentidos estaban algo trastocados, decidió no moverse más. Si bien no notaba la diferencia entre mordisquear un bombón o saborear una esponja, la sospecha de que algo andaba mal pronto se le hizo evidente.
Se quedó quieto en un rinconcito de su habitación (dio la casualidad de que en ese rincón se encontraba su cama) y empezó a mirar diferente. Notó que no era necesario moverse y que lo que necesitaba lo podía obtener con solo verlo. Pero claro que para eso no le servían aquellos ojos ridículos. Dio en la solución al cerrarlos.
No entendía qué le pasaba pero al menos creía que ahora sus sensaciones eran reales.
Imaginó una cama y de inmediato sintió la comodidad del colchón y la suavidad de las sábanas.
Sintió hambre y se figuró unas vainillas con una leche, y con sólo pensarlas las vio y se las devoró.
Más tarde pensó en un buen libro y vio las líneas de sus páginas más memorables deslizarse alrededor de sí. Las siguió con su nueva vista, entusiasmado. Después de varios párrafos un par de oraciones traicioneras le trajeron recuerdos azules y se chocó con la tristeza. Moqueó un poco y de repente la tristeza se le hizo una lágrima gigante cayendo por su mejilla. Se taparon con las sábanas e hicieron el amor durante algunas horas. Después desapareció y lo dejó dormir tranquilo.

domingo, 6 de septiembre de 2009

La vigilia continúa

-Che, ¿estás despierto?

Cualquier persona reconoce que esta pregunta es absolutamente ridícula, estúpida y molesta. Sin embargo, todos, absolutamente todos y cada uno de nosotros, recurrimos a ella constantemente.
Veamos las consecuencias que se derivan de tan mala costumbre.

*Ejemplo 1:
-Che, ¿estás despierto?
-...
-Che... ¿dormís?
-...
-Che......
-¿Qué querés, loco? Me despertaste en medio de un sueño lúcido... me cagaste la joda...
-Uh, perdón, no, nada, quería saber si dormías...

*Ejemplo 2:
-Che, ¿estás despierto?
-/grrrrrr/
-Che, ¿estás...
-/grrrrrrrrrrrrrrrrrrr/
-Chh...
-¡Ehhh! ¿Qué pasa? ¡Ehhh! ¿Dónde estoy??
-No, calmáte, no pasa nada, soy yo, está todo bien...
-¿Eh?? ¿Qué pasa? ¿Dónde está? ¿Adónde se fue?
-¿? No se fue nadie, fui yo, pensé que estabas despierto...
-...
-Pero ya está, no pasa nada...
-¿Qué querías?
-No, nada, nada...
-Me despertaste de un sueño húmedo...
-Dios mío...
-...
-Alejáte de mi cama y seguí durmiendo.

*Ejemplo 3

-Che...
-¿Qué?
-Ah, no, nada, quería saber si dormías...
-No, no me puedo dormir...
-Yo tampoco, hace tiempo que me pasa...
-Contáme, ¿qué te pasa?
-No sé, es todo muy extraño.
-Entiendo, pero debe haber algo en particular que no te deja dormir.
-Sí, hay algo...
-¿Qué?
-No sé, es difícil...
-Dale, sin miedo, yo no cuento a nadie, soy una tumba.
-Bueno, la cosa es así: resulta que existe una...

Como se puede ver, el último de estos ejemplos es sin dudas el más feliz, el menos indeseable. De todos modos, debemos ser conscientes de que la conversación que se entabla en ese momento de vigilia podría no terminar jamás, o, en todo caso, terminar muy mal. Harto conocidos son los casos de amigos que comenzaron charlas de este tipo y jamás encontraron el modo de finalizarlas. La mayoría de ellos terminaron desmayándose del sueño, tras días y días de plática ininterrumpida. Hay quienes encontraron la forma de alejarse el uno del otro, disolviendo así el diálogo, pero también su amistad: jamás pudieron volver a encontrarse. Por último, también se afirma que muchas personas aún siguen encerradas en un intercambio infinito de palabras, en un laberinto infernal del cual ya no tienen forma de salir.

Frente a tan terribles posibilidades, yo recomiendo no despertar a nuestro compañero de cuarto cada vez que se nos antoja una noche de insomnio. Antes, aconsejo contar ovejitas o, en su defecto, gnomos.

domingo, 30 de agosto de 2009

Insomnio

-Señor, usted tiene que saber que las cosas no pasan porque sí. Existe una voluntad suprema y nuestros actos, reacciones y desaciertos jamás resultan azarosos. No piense que tiene la libertad de decidir el color de la camisa o corbata que vestirá mañana para ir al trabajo. No la tiene. Alguien ya decidió por usted: alguien ya decidió que usted se decidirá por una corbata azul oscuro y una camisa blanca, como todos los lunes.
-¿Sería tan amable de indicarme la dirección y teléfono de ese hombre?
-No sea idiota, concéntrese en lo que le digo.
-Tiene razón, siga con su historia.
-Lo que quiero decir es que cualquier intento suyo por sobreponerse a esa voluntad será en vano. De modo que si usted percibe las señales, deténganse, si no se hará daño.
-¿De qué habla? Me acaba de decir que no puedo hacer nada por mí mismo.
-Puede y no puede.
-Explíquese.
-No insista, ¿acaso cree que yo soy más libre que usted?
-Creo que usted está ebrio.
-Usted cree bien.
-¿No le parece inmoral atenderme en semejante estado?
-Absolutamente.
-Usted no es Carlos, ¿verdad? No me esconda más cosas.
-No, cuando me embriago me llaman José.
-Lo sabía, ¿cuándo puedo ver a Carlos?
-De noche no, señor.
-Lo necesito, es urgente lo mío.
-No se atropelle, amigo, puedo serle más útil de lo que cree.
-Demuéstrelo.
-Verá, existe una voluntad suprema...
-Ya, hombre, otra vez con el cuento ese.
-A decir verdad creo que sí tengo la dirección del fulano.
-Shh, basta de payasadas, quizás nos esté escuchando.
-¿Usted cree?
-Creo que a lo mejor estaba muy aburrido y no tenía otra cosa que hacer que dictar un diálogo absurdo.
-Lo confieso, no tengo sueño ni otra cosa que hacer...

martes, 25 de agosto de 2009

miércoles, 12 de agosto de 2009

Sawyer

-Sawyer. Not the Lost character; Jean Sawyer, my name is JEAN SAWYER.
-Please to meet you, sir, I'm so sorry, all this misunderstanding...
-Oh... yeah, I bet you are, asshole.
-No, de verdad, no fue mi intención.
-Bullshit! You won't want me to trust you. I got it, son, I got it, but it's not funny.
-Mais non, monsieur, je suis vraiment désolé, vraiment...
-Putain d'enculé! Qu'est-ce que tu penses? Dis-moi!
-Rien, monsieur! Je suis honnête avec vous, c'est la vérité!
-Grrrr, je vais te tuer, conard!!
-Pará, guacho, no es para tanto, recatáte.
-¿?
-Que te recates, guachín.
-You don't want me to hurt you, do you?
-¿¿A quién le va a pega' vo', vigilante??
-Bon, c'est enough, you're going to beg for mercy, bitch.
-Relax, buddy, aren't we all friends in the end?
-Non, pédé, t'es pas mon pote, you're just a...
-Where were we?
-Je ne me rappelle plus.
-Monsieur était en train de dire quelque chose...
-...
-Monsieur Saywer?
-Don't know, brother, it's gone, I think this might be the end.
-You think so?
-It seems.
-What a pity...
-Ouais... mais, de toute façon, Sawyer is not my real name...

martes, 11 de agosto de 2009

Niño

Estoy perdido, perdidísimo.
Creo que me embarco en una regresión cada vez más violenta,
y no sé bien adónde voy a ir a parar.
Capaz en una de ésas mañana me levanto y tengo 3 años menos.
Cinco.
Diez.
Capaz me levanto y me pongo a jugar con los autitos,
me levanto y los busco (donde estén) y juego.
Ojalá.
Si una cosa te acordás de la infancia
es que había cosas que no existían ahí.
Al menos vos, que tuviste la dicha
de tener una infancia feliz.
Vas a querer volver ahí de vez en cuando,
pero apena saber que ya estás grande.
Que al intentar volver te transformás
en una cosa a medio terminar,
en una aberración sentimental,
en un corso fúnebre.
No, no, no, acá tenés mucho más.
Tenés casi todo lo que quieras,
aunque te duela.
Y de repente te querés caer
porque te creés muy frágil.
Tan frágil como el vaso
que rompiste el viernes pasado.
Frágil como la punta de un lápiz.
Pero no,
no te lo creas,
porque algún día cualquiera
te podés caer sin darte cuenta.
Y ese día yo no voy a estar
para levantarte...

jueves, 23 de julio de 2009

Cuántas veces

Acostarte en tu cama y despertarte en otro cuerpo
------------en otra voz
--------------en otros brazos
al otro lado de tu consciencia

--------------------y vivir así sin que nadie te avise
---------------------------jamás
-------------que ya estás cansado de morir.

sábado, 18 de julio de 2009

Resultado del metapost

Se cumplió el plazo.

Número de firmantes mínimo esperado por el dueño: 6

Número de firmantes del metapost: 6

Esto parecerá un poco forzado y supongo que la mayoría tendrá sospechas.

Yo me inclino a pensar en la naturaleza misteriosa del seis, que poco a poco me hace creer que me persigue.

viernes, 10 de julio de 2009

Metapost

Quien me esté leyendo deje algún comentario, por más estúpido o insignificante que sea.
Esto es un test para averiguar cuánta gente aún me lee.

Plazo: 1 semana

Si pasada esta semana la cantidad de personas firmantes no alcanza o supera el mínimo esperado por mi dueño, seré sacrificado sin misericordia.

Tengan piedad, tengo 3 hijos y esposa.

Atte.,
Jean Sawyer.

viernes, 12 de junio de 2009

Les premiers jours

J’ai pensé à toi hier soir. J’ai pensé aux premiers jours. En réalité, je m’en souviens tout le temps.

Je te regardais sans te connaître, et, parfois, tu me regardais aussi. C’était comme un jeu, mais quelle beauté de jeu... Tu n’oublieras jamais mes regards, j'en suis sûr.
Après, on a commencé à parler. Et je ne sais pas bien comment mais, tout de suite, on s’est trouvé ensemble. Oui, il y avait « ça » dont je ne veux pas parler ici et qui a contribué à nous unir mais, en plus, il y avait une autre chose que j’appelerais «le hasard». Ces premiers jours étaient
de pur bonheur, oui, on s’en souviendra même quand on sera vieux, n’est-ce pas?
Aujourd’hui tu es loin, je sais, mais ne croyons pas que tout a été vain, non... « À quoi ça sert l’amour ? », se demandait-on si souvent... On ne se répondait rien. Et aujourd’hui je suis ici, seul, sans toi, et je pense...
Alors, on n’allait pas être ensemble mais, cependant, on ne voudrait pas se quitter. On pleurait: on s’aimait de toute façon. « Ne suffrons pas, ne souffrons pas... », ce sont tous les mots dont je me souviens.
À quoi ça sert l’amour ? On ne sait pas encore... On attends jusqu’au moment où le bonheur retournera à nos vies, et pendant ce temps-là, je regarde ton visage, et celui de ma mère, de mon père, de ma soeur... et je comprends. Ça c’est l’amour aussi, et peut-être le seul véritable amour qu’on connaîtra dans toutes nos vies.

Je t’écris et je pense à toi comme d’habitude. Je crois que j’ai trouvé une réponse a cette question qui nous tenait. Je ne sais pas ce que c’est que l’amour, mais au moin je crois que j’ai découvert à quoi ça sert. Ça sert à vivre...

sábado, 11 de abril de 2009

C'est la vie

---------------------h
---------------------a-------e
---------------------s-p-l-e-e-n
---------------------t-------------n
---------------------í----------------u
-----------------n--o--s--t--a--l--g--i--a

sábado, 21 de marzo de 2009

Rien

Ya no se puede escribir
ni una palabra
ni pensar
ni dormir
ni caminar

sin que la nada
se te filtre por los poros.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Yo-a-María

Yo amaría
Vos amarías
Él amaría
Ella amaría
Nosotros amaríamos
Nosotras amaríamos
Ustedes amarían
Ellos amarían
Ellas amarían

martes, 3 de marzo de 2009

Abre los ojos

Ayer soñé con vos. Soñé que me quedaba a dormir en tu casa. Pero tu casa era diferente, deformada, acaso otra, como suele suceder en los sueños.
En tu pieza había dos camas, cuchetas, y vos dormías en la de arriba (y es loco pensar que de hecho esas cuchetas existieron años atrás, me decís vos, cuando compartías pieza con tu hermano).
Yo no sé qué hago antes de acostarme, creo que paseo, voy al baño.
Tu casa parece muy grande, incluso noté que había dos baños, uno al lado del otro, varones derecha, mujeres izquierda.
Entro al baño de varones. El baño es más bien como un vestuario, como los de las playas, tan así que hay más gente adentro, bañándose, acaso charlando.
En algún momento salgo de ese baño-vestuario y siento la necesidad de trepar hasta tu cucheta sólo para abrazarme a vos, como más de una vez lo he hecho.
Ahora que la imagen que tengo del sueño se reduce a unas pocas cenizas, no recuerdo haberme llegado a acostar en la otra cama, en la de abajo. Pero sí recuerdo haberme despertado.
En este momento pasa lo más curioso, donde aquella casa tuya inventada y fantasiosa se une con la realidad de la mía. Porque el hecho es que no me levanto en la cucheta de abajo de tu pseudocasa, me levanto en mi cama, en mi pieza, en mi casa.
Y acá vas a pensar: lógico, ¿dónde vas a despertar de un sueño sino en tu cama?
Pero no despierto de mi sueño, despierto en el sueño, bien bien cine.
Me levanto de la cama, en mi pieza, en mi casa, y voy hasta el pasillo y llego hasta la escalera.
Este punto es particularmente importante en el sueño por varias razones.
Primero porque es lo último que me acuerdo, donde sospecho que termina.
Y segundo, bastante más importante, porque contiene un dato que, una vez verdaderamente despierto, me ayudó a distinguir las fronteras de lo que había soñado.
A ver si se entiende... en el pasillo, antes de llegar a la escalera, había algo escrito en el piso, algo de lo cual no me acuerdo casi nada, sólo que se asemejaba a una nota dejada por mis papás. Sí, pero a modo de inscripción en el piso del corredor, acaso con letras fosforescentes.
Así, cuando volví a despertar, el recuerdo de la inscripción poco usual me dio la pauta de que en realidad era la primera vez que despertaba y que anteriormente había estado soñando, soñando que iba a dormir en tu casa, en camas diferentes, en otra casa, y que había despertado dentro del mismo sueño y en mi propia pieza.
También supe entonces que la angustia que sentí en ese primer despertar, al no poder abrazarte a vos y a tu piyama, fue angustia de sueño, no de vigilia.
Y a pesar de todo hoy mis papás insistieron varias veces al preguntarme qué hacía a semejantes horas de la noche, creyendo haberme escuchado salir de mi cuarto la noche anterior.

lunes, 16 de febrero de 2009

Preludio en Mi menor, Op. 28, No. 4 (Exit Music)

-Me quiero morir.
-Muérase.
-¿Puedo?
-Sí.
-Hace frío, ¿no es así?
-Sí, cerca de treinta grados.
-Usted miente, no va a dejar que me muera.
-Es verdad, tiene razón.
-¿Y entonces?
-Te voy a matar.
-¿Por qué me tutea? Solía tratarme de usted al principio de esta conversación.
-Lo sé, lo olvidé.
-¿Por qué?
-No sé...
-Porque...
-...porque ya estás muerto.
-Ahogado querrá decir.
-Ahogado.

martes, 3 de febrero de 2009

Nada

Y aquel hombre ingresó en el salón, cabizbajo y ciego. Tanteó a su alrededor para descubrir que sólo tres paredes lo rodeaban. Acaso habría una cuarta, pero nunca pensó en seguir avanzando para reconocerla, se conformó con saber que debía estar por algún lado más allá, a sólo tres pasos.

Presa de un pensamiento atroz, giró sobre sí mismo e intentó encontrar la puerta por la que había entrado. Por un momento se figuró que debía volver, que después de esos tres pasos no habría nada.

Retrocedió, espantado. Buscó la puerta. No había nada parecido a una puerta en aquella pared. Se le nubló la vista ante semejante realidad.

Perdón, creo haber dicho que era ciego. Bueno, antes creía ver un fondo blanco. Ahora no veía nada. Ni blanco ni negro ni nada.

Cuesta imaginar no ver nada para el hombre vidente. Mi abuelo, al perder la vista de un ojo, me respondió lo mismo: nada, no veo nada. Yo imaginaba ese fondo blanco o negro. Idiota, debería haberme quedado ciego.

Entonces, el hombre se horrorizó al reconocer que sus miedos se materializaban. Regresó nuevamente hasta el lugar en que se encontraba antes y no se atrevió a seguir avanzando.

Decidió acostarse sobre el suelo e intentó no pensar. Se fregó los ojos, inútiles, y miró la nada.

Empezó a transpirar, la desesperación de ignorar dónde estaba era insoportable.

Supuso que ahí acababa todo: iba a morir, tarde o temprano, como todos.

Temió demasiado.

Tres pasos. Dio los tres pasos y cayó, ciego, por un precipicio.

domingo, 25 de enero de 2009

Aunt Polly

-JEAN!
No answer.
-JEAN!
No answer.
-What's gone with that boy, I wonder? You JEAN!