domingo, 6 de septiembre de 2009

La vigilia continúa

-Che, ¿estás despierto?

Cualquier persona reconoce que esta pregunta es absolutamente ridícula, estúpida y molesta. Sin embargo, todos, absolutamente todos y cada uno de nosotros, recurrimos a ella constantemente.
Veamos las consecuencias que se derivan de tan mala costumbre.

*Ejemplo 1:
-Che, ¿estás despierto?
-...
-Che... ¿dormís?
-...
-Che......
-¿Qué querés, loco? Me despertaste en medio de un sueño lúcido... me cagaste la joda...
-Uh, perdón, no, nada, quería saber si dormías...

*Ejemplo 2:
-Che, ¿estás despierto?
-/grrrrrr/
-Che, ¿estás...
-/grrrrrrrrrrrrrrrrrrr/
-Chh...
-¡Ehhh! ¿Qué pasa? ¡Ehhh! ¿Dónde estoy??
-No, calmáte, no pasa nada, soy yo, está todo bien...
-¿Eh?? ¿Qué pasa? ¿Dónde está? ¿Adónde se fue?
-¿? No se fue nadie, fui yo, pensé que estabas despierto...
-...
-Pero ya está, no pasa nada...
-¿Qué querías?
-No, nada, nada...
-Me despertaste de un sueño húmedo...
-Dios mío...
-...
-Alejáte de mi cama y seguí durmiendo.

*Ejemplo 3

-Che...
-¿Qué?
-Ah, no, nada, quería saber si dormías...
-No, no me puedo dormir...
-Yo tampoco, hace tiempo que me pasa...
-Contáme, ¿qué te pasa?
-No sé, es todo muy extraño.
-Entiendo, pero debe haber algo en particular que no te deja dormir.
-Sí, hay algo...
-¿Qué?
-No sé, es difícil...
-Dale, sin miedo, yo no cuento a nadie, soy una tumba.
-Bueno, la cosa es así: resulta que existe una...

Como se puede ver, el último de estos ejemplos es sin dudas el más feliz, el menos indeseable. De todos modos, debemos ser conscientes de que la conversación que se entabla en ese momento de vigilia podría no terminar jamás, o, en todo caso, terminar muy mal. Harto conocidos son los casos de amigos que comenzaron charlas de este tipo y jamás encontraron el modo de finalizarlas. La mayoría de ellos terminaron desmayándose del sueño, tras días y días de plática ininterrumpida. Hay quienes encontraron la forma de alejarse el uno del otro, disolviendo así el diálogo, pero también su amistad: jamás pudieron volver a encontrarse. Por último, también se afirma que muchas personas aún siguen encerradas en un intercambio infinito de palabras, en un laberinto infernal del cual ya no tienen forma de salir.

Frente a tan terribles posibilidades, yo recomiendo no despertar a nuestro compañero de cuarto cada vez que se nos antoja una noche de insomnio. Antes, aconsejo contar ovejitas o, en su defecto, gnomos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

había leído "contar *abejitas*" y me estaba riendo mucho...

me encantó, me encantó.

becho.