lunes, 3 de diciembre de 2007

Un hombre peloso


Un hombre salió de su casa hecho una maraña. Su cara estaba cubierta de pelos, sus ojos no existían. De modo que cruzó la calle sin ojos y tropezó con el cordón de la vereda de enfrente. Un joven lo vio caer y no pudo evitar lanzar una carcajada, la cual retumbó tres cuadras a la redonda, espantando a las viejas que baldeaban la vereda. El hombre cubierto de pelos se incorporó y el que lo observaba le hizo saber:
-Señor, sus pelos cubren toda su cara, por eso usted no ve. Señor, su cabeza es casi un insulto y su rostro no es rostro.
Ante este comentario poco novedoso y humillante, el hombre peloso ni se inmutó. Siguió su cegada marcha hasta que se estrelló contra un auto. Así es, arrolló a un auto que estaba correctamente estacionado a un lado de la acera. Una mujer y una niña gimieron de risa y hasta sintieron pena por el peloso, quien, por supuesto, parecía disimular todos sus movimientos. Tres cuadras más tarde, un anciano algo molesto propuso: -Señor, córrase el cabello de la cara y así evitará embestir más peatones.
El señor que tenía pelos en vez de cara ignoró el humilde consejo del anciano y siguió caminando. Más tarde se cayó en un agujero del que nadie supo bien cómo salió. Lo único cierto es que diez segundos después de ser tragado por el mencionado agujero apareció doblemente desalineado sobre una vereda par, quinientos metros más adelante. Una vieja loca quiso entablar conversación con él, pero el hombre peloso se mantuvo discretamente mudo. Luego ingresó en un gran edificio y se metió pelosamente en el ascensor. No saludaba a nadie, ni siquiera a otro par de pelosos que aguardaban inertes, esperando dar con el vigésimo séptimo piso. Uno, más desorientado, siguió hasta la terraza y allí se quedó.
Mientras tanto, nuestra cabellera andante caminó por eternos pasillos, rebotando contra las paredes y aplastando cuanto pie se le cruzara. Recién una vez en su oficina, pudo notar que se había olvidado el rostro impregnado en la almohada de su cama.

2 comentarios:

fermugica dijo...

ajjaj, me causa el adverbio "pelosamente".
Che, no te enojes, _yo_ me tengo que enojar si me acusás de plagio a Pelaggio...o en todo caso Majo :|
Qué se yo.
Me gustó el cuento, y no sé por qué mi "poema" te produce tristeza, no sé por qué será, eh 8-)

Estoy en pelotuda, you know.

Vayamos a ver Beowulf.
Besos!

UUUhhhh la verificación de la palabra (captcha) es _larguísima_ y difícil. Estas computadoras me hacen sentir cada vez menos humana.

María José Imperial Pelaggio dijo...

Una mezcla entre hombre lobo y yo a las 7.a.m.
De todas formas creo no ser tan torpe, puedo salir dormida pero así y todo no me llevo puesto nada. Las medias al revés o el pantalón adentro de ellas, no más…

En el momento de la terraza pensé que se tiraba, perdón…de todas formas supongo que el aire de las terrazas te acomoda un poco las ideas, el pelo y la cara. Éste igual no se preocupa por solucionarlo. qué fenómeno!!

En la simpleza de un hombre común una linda historia cotidiana. Oficinas,ascensores,edificios, hombres pelosos jaja, hay mucho de eso deambulando, buenisimo!!!

"El extraño de pelo largo, ¿sin preocupaciones va?" Creo que sí! Saludos Juan!!! Nos vemos en marzo o no sé.

Son las 3 de la mañana, recien vengo del cine, un sábado...cada vez pior (diría una vecina) jaja..