miércoles, 26 de diciembre de 2007

Corrientes de mediodía

La tristeza que se suicida al caer de un


tercer piso.
El hombre que cruza la avenida
y desea que la tristeza se tire de un tercer piso.
La tristeza que suda, que no se decide y pide prórroga.
En el bar, un señor entra y sale,
confundido, sin saber por qué.
Una chica camina tres canciones por la avenida,
dobla un tango a la izquierda,
atraviesa el parque volando
y se queda dormida en una plaza.

Hay un momento del día, casi imperceptible, en el que la gente que veo caminar por la calle pierde su nombre y lo vuelve a encontrar no muy lejos, dentro de una zanja y casi ahogado.

Un joven tacha en un cuaderno
y mira por la ventana, suspirando.
En el bar sigo. Lo puedo ver desde mi mesa.
Hay migas en mi plato
y la botella de gaseosa llora sus últimas gotas.

2 comentarios:

María José Imperial Pelaggio dijo...

epa... qué pasó acá?

fermugica dijo...

bonito poema, juano
nunca había leído uno tuyo así, libre
quién te habrá inspirado durmiéndose en alguna plaza
jjaja